En nuestra lucha incesante por ser diferentes hemos terminado por ser como el resto. Hoy lo cool es no ser cool. Lo especial dejó de serlo ¡demos la bienvenida al normcore!
Más que una forma de expresión para muchos, la moda es una declaración de individualidad. Un factor determinante en el acontecer de la sociedad y sobre todo el reflejo nítido de los tiempos y momentos en la historia. Ya lo decía hace un par de años la blogger y editora de moda Anna Dello Russo en su campaña para H&M; donde promulgaba de manera divertida sus diez mandamientos de la moda: ?La moda es una declaración de libertad y la moda siempre es incómoda?. Son quizás estas y otras reglas implementadas hasta el cansancio por los medios de comunicación, las que nos han inculcado la importancia de ser ?especiales?. Un mensaje que se convirtió en dogma y que hoy ve nacer una nueva concepción que apela por la semejanza en vez de la diferencia.
El pasado 4 de marzo en el marco de la Semana de la Moda de París, Chanel y su flamante director creativo Karl Lagerfeld, dieron cita a la plana mayor de la industria de la moda para revelar lo que sería la colección Otoño?Invierno 2014 de la legendaria casa de moda francesa. Como ya es costumbre en los desfiles de Chanel, cientos de invitados especiales y la prensa internacional acudimos al llamado del Káiser en el Grand Palais de París sin mayor información que una invitación que llevaba por título ?Chanel Shopping Center?. Una vez más, como el gran visionario y trendsetter que es, Lagerfeld asombró al mundo entero no sólo por montar el supermercado más lujoso jamás visto, sino porque con esto abrió de manera oficial las puertas del ?mainstream? a la llamada ?antitendencia? que hoy causa furor a nivel global: el normcore.
Más que un término mercadológico, una estética o una tendencia; el normcore trata de una actitud compleja y por momentos paradójica que refleja la cosmovisión de una generación cuya identidad e individualidad ha sido permeada por internet y la globalización, esa misma identidad que se reafirma al compás de nuestra última selfie. La autenticidad e individualidad radica en no intentar serlo, una apuesta por la adaptabilidad contra la exclusividad.
El origen del normcore es tan reciente, que su concepción aún resulta un tanto ambigua y parece gestarse a un ritmo más lento que su misma propagación. La llamada ?antitendencia? se filtra entre las masas de manera veloz y silenciosa, ante los atónitos ojos de quienes ven multiplicarse ?sin aparente razón? ese look effortless que muchos comparan con el del estereotipo de un turista de clase media o del estadounidense promedio que visita Walmart. Dos imágenes diametralmente opuestas a lo que hasta hace unos meses comprendíamos como cool o en tendencia.
Pero entonces, ¿qué es normcore? El mundo le dio la bienvenida en octubre de 2013, cuando la agencia de tendencias K-Hole de Nueva York en colaboración con la compañía de investigación Box 1824 de São Paulo, presentaron su último reporte de tendencias titulado ?youth mode: a report on Freedom?. K-Hole, que se encarga de analizar la cultura global y tiene como eslogan ?la cultura es un problema de todos?, abre su informe aseverando categóricamente que en la actualidad nos encontramos ante ?la muerte de una era?. El documento se centra en la cultura indie masiva que distingue a las generaciones nacidas en la década de los ochenta y principios de los noventa. El texto resulta contundente con afirmaciones como ?solía ser posible ser especial?, ?la demografía está muerta?, ?ser especial va en contra de ser libre? o ?si la regla es pensar diferente, ser visto como normal es la cosa más aterradora que existe. ser expuesto como ordinario?. Esto da pie a un capítulo con el novedoso título de normcore y que tiene que ver con lo que ellos definen como ?El nuevo orden mundial en blanco o vacío?. El normcore se genera de la unión del las palabras ?normal? y ?hardcore?, y tiene como principio básico encontrar y celebrar las semejanzas en vez de las diferencias, priorizar la autoidentificación en vez de la autodiferenciación. Se trata acerca de la adaptabilidad, no de la exclusividad. la premisa del normcore dice ?en el pasado las personas nacían en una comunidad y debían encontrar su individualidad. Hoy nacen como individuos y deben encontrar su comunidad?. El individuo no quiere la libertad de convertirse en alguien, sino la libertad de ser cualquiera.
Una vez que se tiene más claro el concepto, la pregunta es: ¿cuál es el destino del normcore? Ya sea que se trate de una simple tendencia o de un verdadero movimiento ideológico, lo cierto es que la industria de la moda ha visto una oportunidad comercial y, sin más ni más, se ha subido al barco de la ?normalidad?. Basta con ver las más recientes colecciones de firmas como Céline, Marc Jacobs, Maison Martin Margiela, Alexander Wang o Chanel para comprender que el lujo y las tendencias apuntan hacia esta dirección. Sudaderas, cachuchas, mochilas y sandalias son sólo parte de este antilook. Estilistas, editores, bloggers y diseñadores como Alexander Wang, Prince Pelayo, Isabel Marant, Nicola Formichetti o Leandra Medine han propagado por las redes sociales su gusto por lucir ?sin estilo? aunque en muchos casos ese look effortless sea resultado de una fuerte inversión de tiempo y dinero.
Ya lo dijo una de las más grandes revolucionarias de la moda, la gran Coco Chanel ?la moda pasa de moda, el estilo jamás?; ¿será que este estilo es sólo una moda cuya esencia se pierda entre las banalidades intrínsecas de la industria? o efectivamente nos encontramos ante una nueva manera de concebir el mundo. Sólo el tiempo lo dirá.