Él era infértil y la castigó a ella por no darle hijos.
Una gran cicatriz atraviesa el rostro de Jackline Mwende, ciudadana de Machakos, Kenia. También hay otras en su cuero cabelludo y en sus brazos. Jackline tampoco tiene manos, y es que ella ha sido víctima de un acto completamente barbárico e inhumano: su esposo, Stephen Ngila, tomó un machete, la atacó y le cortó las manos porque ella no le había dado hijos en cinco años de matrimonio. Él era infértil. El caso de Jackline está dando la vuelta al mundo y pone de manifiesto la realidad que viven muchas mujeres en países en desarrollo al no poder traer hijos al mundo.
Jackline cuenta que conoció a su esposo hace siete años y que se casaron por la iglesia dos años después de conocerse. "En aquel momento él era un buen hombre. Iba a la iglesia. Al principio de nuestro matrimonio éramos felices. Teníamos una buena vida de casados".
Ngila tenía un pequeño negocio y vendía jabón, azúcar, té, sal? Vivían bien, pero los hijos nunca llegaron, entonces decidieron acudir con especialistas, donde averiguaron que él era infértil, y aun así, Ngila la culpaba a ella. A pesar de que el médico le aconsejó que acudiera a la clínica para analizar más a fondo el problema de infertilidad, él siempre se negó. "Cada vez que yo le sugería ir él lo descartaba y decía: ‘voy a ver si tengo tiempo de ir»"
Entonces pasó el tiempo y Ngila cambió, empezó a emborracharse. El maltrato se conviritó en una pesadilla y entonces comenzó el maltrato. Y aunque los padres de Jackline le pidieron que lo abandonara, ella le hizo más caso al pastor de la iglesia, quien le pidió seguir luchando por su matrimonio, hasta que el pasado mes de julio ocurrió lo que Jackline nunca hubiera pensado. "Lo vi llegar y me dijo: ‘Hoy es el último día’". Entonces los vecinos escucharon los gritos de Jackline mientras era atacada por su esposo con un machete y llamaron a la policía después de asomarse a la ventana y ver una mano en el piso. La otra mano estaba colgando, pero no se pudo salvar. "El pensaba que me había matado, pero Dios es grande", dice ahora Jackline.
La violencia doméstica es algo muy común en Kenia, según comentan los activistas. Tanto así, que en el 2015 el país presentó una ley que prohibe la violencia doméstica y proporciona órdenes de alejamiento en caso de violencia conyugal. Pero a pesar de las leyes, la falta de estadísticas en cuanto a violencia doméstica y asesinatos es tan baja -tomando en cuenta que hay datos que demuestran que el 45% de las mujeres entre los 15 y los 49 han experimentado tanto abusos sexuales como violencia física en el hogar- que se sospecha que dicho tema no es considerado prioridad.
En algunas comunidades africanas no está mal visto que los hombres "disciplinen" a sus esposas y que incluso recurran a castigos físicos, y es esta visión de la sociedad la que se ha vuelto tan peligrosa que ocurren casos de terror como el de Jackline.
"Como cristiana, no puedo decirle a nadie que deje su matrimonio, pero me gustaría hablar de mi historia personal para que otras personas, otras víctimas, alcen la voz", concluye Jackline.
Lee la nota completa en Los Angeles Times.