Esta disciplina, llamada AcroYoga, mezcla acrobacia, masaje tailandés, yoga y juego.
Como casi todas las tendencias fitness que se han convertido en virales, el AcroYoga se hizo especialmente popular debido a las fotografías en las redes sociales de diversas celebridades en posturas acrobáticas casi imposibles. Sólo basta con ver a modelos como Gisele Bündchen e Izabel Goulart -con sus respectivos cuerpos esculturales- para animarse a practicar esta disciplina que va teniendo auge entre la comunidad yogui.
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¿En qué consiste? "Se trata de una práctica que une la magia de la acrobacia, la sutileza del yoga y el arte de sanar del masaje tailandés", explican Sandra Erosa y Álvaro Portilla, ambos maestros certificados de AcroYoga Inc. "Está basada en la comunidad e incita a la transformación personal a través de experimentar la confianza, el empoderamiento, el gozo y la armonía que surgen de ella", agregan.
Las tres bases se combinan de esta manera: la acrobacia aporta diversión, el yoga prepara el cuerpo y el masaje suaviza y relaja.
Aunque a simple vista parece una actividad intimidante y casi imposible, ambos maestros afirman que todo es cosa de "intentar y darse cuenta que todo es mucho más sencillo".
Por ser una práctica dirigida a la comunidad, el grupo mínimo es de tres personas. La idea es generar posturas -ya sean de yoga o acrobáticas- que se realizan asistidas por otra persona. En cuanto al tercer integrante, se trata de un cuidador que ayuda a que toda la práctica sea segura.
Entre sus múltiples beneficios, destaca el mejoramiento del equilibrio, de la circulación y el movimiento de las articulaciones. Asimismo, genera mayor agilidad, tanto física como mental y fomenta la comunicación y la confianza.
El AcroYoga, que lleva varios años practicándose en Estados Unidos y Cánada, ha ganado popularidad estos últimos cuatro años en México y Latinoamérica. Sólo hay que darse una vuelta durante cualquier fin de semana por los parques de las grandes ciudades para encontrarse algún grupo de gente practicándolo.
Sandra y Álvaro explican que las clases tienen una duración aproximada de dos horas, pues han visto que ese es el tiempo mínimo para tener una práctica completa.
Esta disciplina responde a uno de los principales problemas de nuestro tiempo: un aislamiento social y falta de comunicación que impone la tecnología y las redes sociales, pues obliga a interactuar y conectar con el otro. Entonces, ¿qué esperas para practicarlo?
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Crédito de fotos: Instagram & UrbanAcro