El desarrollo de cualquier país siempre depende de la casilla del control de la natalidad, con el fin de reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de las familias.
Sin embargo, en Senegal tan solo una cuarta parte de las mujeres usan anticonceptivos, debido a una falta de educación sexual profunda, considerada tabú, al igual que en muchos otros países y sociedades.
Es por eso que no basta la labor de información y ayuda de las ONG, se requiere del apoyo de instituciones y personas cercanas y respetadas por el pueblo, como los imanes (guías religiosos musulmanes).
Y es gracias a esta combinación que este país africano ha pasado de tener una natalidad de 7 hijos por mujer, en 1960, a 4.6 en 2017.
Según Michèle Diop, directora de uno de los programas relacionados con el control de natalidad y de prevención de enfermedades sexualmente transmisibles, reconoce que es difícil cambiar los hábitos culturales y, por ello, la labor de los imanes es primordial.
Entre los imanes (minoritarios) involucrados en esta causa, está el Imam Fall, considerado por muchos como progresista, ya que se ha comprometido con la tarea de convencer, tanto a los fieles como a otros colegas –a través de la Alianza de Religiosos para la Promoción de la Salud y el Desarrollo, que capacita a más de 3 mil imanes en el país–, que la planificación familiar no va en contra de los preceptos del Corán, a pesar de que cree en la abstinencia, pero sabe que hay que ser realista y adaptarse a los tiempos, enseñándole a los jóvenes que son sexualmente activos a ser responsables.
Además, en este país los embarazos de niñas no siempre son accidentales, ya que en algunas áreas éstas son casadas todavía a los 12 o 13 años.