Desde antes de que Donald Trump fuera electo como el 45° presidente de los Estados Unidos de América, no se ha dejado de hablar de él y, sobre todo, respecto a su estado de salud mental. Varias teorías y explicaciones han sido formuladas. Realizamos una radiografía para ver todo más claro.
Impulsivo, irascible, intolerante a la crítica, convencido de su propia grandeza, antisocial, Donald Trump presenta, efectivamente, diversas características que pueden suponer diferentes tipos de desórdenes psicológicos.
En febrero del 2017, un grupo de 35 psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales estadounidenses redactaron una petición de destitución respecto al nuevo presidente, ya que lo consideran incapaz de ejercer sus funciones adecuadamente, por razones psiquiátricas.
Trastorno de personalidad narcisista
Según estos 35 especialistas, Trump presenta los rasgos típicos de una persona con trastorno de personalidad narcisista, el cual se distingue por la arrogancia del sujeto, su falta de empatía hacia las ideas y sentimientos ajenos, y su excesiva necesidad de ser admirado, de acuerdo con el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders o DSM), versión 5. Esto quedó más que claro durante el congreso de la OTAN, del jueves 25 de mayo 2017 en Bruselas, Bélgica, cuando Trump empujó con su brazo al primer ministro de Montenegro, Du?ko Markovi?, para salir en el primer plano de la fotografía de los líderes participantes.
Otro ejemplo fue una de sus respuestas en Twitter respecto a las acusaciones sobre su salud mental, publicadas en el libro de Michael Wolff: ?Fuego y furia?, en la que se auto-describió como un ?genio estable?.
Asimismo, para el psiquiatra y psicoanalista Serge Hefez, Donald Trump tiene un solo interés: su propia persona. Por lo que no tiene limitantes en su forma de expresarse, comúnmente por miedo de burlas o comentarios discriminatorios, hacia y respecto a los demás: disgusto por las mujeres ?a quienes considera inferiores?, por los pobres, por los inmigrantes, por los discapacitados y por todo aquel que no comparta su punto de vista o devele sus fallas.
El doctor Hefez explica que es un narcisista de tipo histriónico, que es un trastorno de personalidad caracterizado por una necesidad de atención exagerada, buscando constantemente atención, al tratar de hacerse notar sobre los demás.
Por otro lado, según el psicoanalista y especialista en la psicología del poder, Jean-Pierre Friedman, todas las personas presentes en la política ?e incluso las personas en puestos de poder no gubernamentales? comprenden rasgos narcisistas, ya que tienen una sola ambición: el poder, a pesar de utilizar diversas causas como medios para llegar a su fin. También, no es raro observar que dichas personalidades desarrollen ?psicosis del poder?, en la que el dirigente se aparte de la realidad y escuche únicamente a un limitado número de personas, comúnmente aquellas que vayan en el sentido de su propia percepción de las situaciones.
Lo que es realmente preocupante en Trump, según el especialista en desórdenes de la personalidad, el doctor John Gartner ?al origen de la petición de destitución?, es el hecho de que estamos en presencia de un desorden de la personalidad clínicamente hablando, lo que se puede observar a través de su impulsividad, no solo en sus respuestas, sino que también en sus acciones, como en el caso del bombardeo a Siria y de las presuntas revelaciones de secretos al gobierno ruso.
En otras palabras, el actuar sin ningún tipo de reflexión sobre las consecuencias, a pesar de que éstas puedan ser contraproducentes a su enaltecimiento. ¿Les suena?, algunos de los mejores ejemplos los podemos encontrar en su política externa, en la que no ha logrado más que empeorar las relaciones ya delicadas con países como Corea del Norte e Irán, así como crear crisis sin precedentes, como en el caso con nuestro país.
No obstante, según el director de redacción de Le Figaro, Guillaume Roquette, su comportamiento no es tan malo como parece, sino simplemente su estilo de hacer las cosas: ?Tendremos que acostumbrarnos: nuestro hombre (Trump) solo cree en el juego de fuerzas de poder?. Esto lo ilustra con el caso de Corea del Norte en el que observa que a pesar de que todo mundo criticó y se alarmó por las provocaciones y declaraciones beligerantes del presidente estadounidense respecto al líder norcoreano, Kim Jong-Un, las dos coreas retomaron el diálogo, a principios de este año, gracias a la presión ejercida por Trump, según el director, ?obviamente, tras el inicio del dialogo, él se felicitó ampliamente?. ¿Será que todo fue una estrategia bien pensada y no el resultado del destino sin consideración alguna de las declaraciones que pasaron por las de un megalómano irresponsable? Puede que la respuesta sea un rotundo no, ya que Trump ha dado pie a problemas mucho más graves.
¡Me, I and my self!
¿Qué pasa por la mente de una persona con trastorno de personalidad narcisista? Según el DSM, el sujeto se encuentra absorbido por diversas fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez y belleza; cree ser "especial" y único y que, por ende, sólo puede ser aceptado o entendido por instituciones o personas exclusivas y de alto nivel; cree que es merecedor de todo, esperando ser beneficiario de un tratamiento especial y que sus deseos sean satisfechos de forma automática; cree que los demás lo envidian.
En efecto, la persona narcisista es incapaz de aprender la realidad tal y como es, ya que la percibe a través de su propia perspectiva, en la cual ésta es distorsionada a su ventaja y auto glorificación. Durante una entrevista acordada a Time en marzo de este año, respecto a sus diversas mentiras, más específicamente, respecto a sus acusaciones extremadamente graves contra Barack Obama sobre que supuestamente lo puso bajo escucha durante la campaña presidencial ?lo que el FBI y la NSA han negado?, el presidente americano le contestó a un reportero: ?No puedo estar actuando tan mal, porque yo soy el presidente y tú no?.
De la misma manera, la realidad se tiene que doblegar a su perspectiva de él mismo y del mundo, siempre a favor de su auto glorificación. La prueba reside en sus numerosas mentiras, como la revelación de junio 2016 sobre las portadas falsas de la revista Time en las que él aparece y que estaban siendo exhibidas en diferentes propiedades del magnate en E.E.U.U. y Europa, según la propia revista, quien pidió que fueran retiradas. Por si fuera poco, meses después, en noviembre, volvió a mentir al respecto, declarando que había declinado la propuesta de ser nombrado ?personalidad del año? por esta revista, a lo que dicha publicación contestó por Twitter: ?El presidente está equivocado sobre cómo elegimos a la personalidad del año. Time no hace comentarios sobre su elección antes de la publicación, que es el 6 de diciembre?.
Así como la realidad, la historia también ha sido reescrita en diversas ocasiones por Trump, lo que es una ilustración de su narcisismo, de acuerdo con el historiador especializado en presidentes estadounidenses, Jon Meacham. Durante su campaña por las primarias republicanas en 2015, dijo que podría haber evitado los ataques del 09/11. También que hubiera podido hacer un acuerdo para evitar la Guerra Civil de 1861, interrogándose sobre la utilidad de la misma ?demostrando una vez más su poca comprensión de la historia estadounidense, ya que ésta fue por la abolición de la esclavitud?. Y, más recientemente, aseguró que habría intervenido durante el tiroteo de Parkland, Florida, incluso desarmado.
¿Narcisista o demencia senil?
El comportamiento errático del presidente, sus cambios de humor, sus respuestas extrañas e inapropiadas, el olvido recurrente, su incapacidad para concentrarse, sin mencionar su pobre vocabulario, pueden ser signos de degeneración mental, según una hipótesis del presentador David Pakman, quien se interesó en esta cuestión.
La demencia senil es un deterioro mental progresivo e irremediable, generado en el sistema nervioso central. Éste aqueja todas las facultades psíquicas y afectividad del sujeto, afectando la actividad general del paciente ?como se mencionó anteriormente? y su conducta social. Cabe mencionar que los valores morales se ven igualmente afectados junto con cambios emocionales rápidos y espontáneos, así como de irritabilidad e impulsividad.
Antes de continuar, es importante mencionar que desde antes de llegar a la Casa Blanca, Trump ya era conocido por sus declaraciones y tweets escandalosos, indecentes e incluso vehiculando falsedades, como hoy es de costumbre. Esta desinhibición de exteriorizar todo lo que piensa y la incapacidad de controlar sus propias emociones es otro signo de deterioro mental.
El presentador analizó y comparó una serie de discursos espontáneos dados por diferentes presidentes. Observó que los primeros signos de demencia en Ronald Reagan aparecieron en 1994, mientras que nunca se vieron en George Bush (padre). Más específicamente, notó que Donald Trump era capaz de generar un discurso articulado y coherente con un vocabulario razonablemente elaborado, esto sin ser un orador excepcional, a los cuarenta años.
No obstante, nos podemos preguntar si su pobre vocabulario es realmente resultado de dicho padecimiento psicológico o si es parte de un mecanismo más maquiavélico de manipulación. Al menos esto es lo que expone George Lakoff, ex-profesor de ciencias cognitivas y lingüística, y actual director del Center for the Neural Mind & Society.
Según el lingüista, Trump utiliza los mecanismos básicos con los que funciona el pensamiento inconsciente para orientar a su público a pensar lo que él desea que piensen, sobre todo a través de repeticiones de palabras e ideas, así como de asociaciones ambiguas y llamativas como ?terrorismo islámico radical?.
En un discurso poco articulado, repleto de ideas confusas, la gente retiene mayoritariamente aquellas palabras simples pero contundentes que son inmediatamente comprensibles, a pesar de la información falsa que pueda ser vehiculada.
¿Un diagnóstico concluyente?
A todo esto, hay que agregar que una parte del cuerpo médico americano cuestiona la validez de todo diagnóstico psicológico apoyado en observaciones externas de la persona en cuestión, basándose en la ?regla Goldwater? de 1973, de la Asociación de Psiquiatras Americanos, la cual estipula que es contrario a la ética profesional avanzar cualquier diagnóstico bajo estas condiciones. A esto, el doctor John Gartne responde que el DSM coloca la patología ?el estudio de la naturaleza de las enfermedades? en el ámbito de lo observable.
El 17 de enero 2018, los medios informaron los resultados de una prueba cognitiva: MoCA, desarrollada en Montreal, a la que Donald Trump fue sometido personalmente. Según estos, se confirmó la integridad de su salud cognitiva y, en consecuencia, su capacidad para ocupar plenamente su cargo. Esta evaluación fue creada para detectar posibles afectaciones en las funciones mentales, indicando la posible existencia de enfermedades degenerativas como el Alzheimer. Sin embargo, éste no puede detectar rasgos de trastornos psicológicos y de personalidad. Para confirmar o no la integridad mental de Trump se necesitaría una evaluación neuropsicológica exhaustiva, basada, entre otros, en una entrevista clínica.
Lo que sí es seguro, es que existen diversos factores alarmantes que indican que existe un problema real, sea el que sea, lo que exige extremo cuidado con las acciones y declaraciones del 45° presidente de los E.E.U.U., con el fin de evitar empeorar el panorama mundial, ya que, cabe recalcar, desde su campaña presidencial en 2016, ha ejercido una considerable influencia negativa en la sociedad americana, traduciéndose en un aumento del bullying en las escuelas y de casos de acoso sexual, según la revista americana Psychology Today.