Si vives únicamente para perseguir la felicidad, entonces permítenos decirte que lo estás haciendo mal, pero…
¿PERSEGUIR LA FELICIDAD REALMENTE TE PUEDE HACER INFELIZ?
Actualmente vivimos en un mundo en el que constantemente se nos están recordando todos los beneficios que tiene el ser feliz.
Las personas más felices tienen más éxito, mejor sexo, más amigos e incluso hasta mejores cuerpos, en fin, la lista continua.
Si bien la evidencia científica respalda los beneficios generales de la felicidad, una investigación nos muestra que cuanto más pensemos en la felicidad y en cómo buscarla, es menos probable que la encontremos.
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EFECTOS NEGATIVOS DE HACERLO
Por un lado, si constantemente te están diciendo lo importante que es que seas feliz te puede generar algunos sentimientos de decepción.
Esto se debe a que el constante análisis que realizas de lo feliz que eres obstaculiza tu capacidad de experimentarlo realmente y los momentos ordinarios que no brindan una alegría extraordinaria se sienten como un fracaso.
Otra desventaja de estar constantemente buscando la felicidad es que esto provoca que la gente se sienta sola.
Estar concentrada constantemente en uno mismo y en obtener un beneficio personal daña nuestras relaciones con los demás.
Cuando contribuimos al mundo y estamos al servicio de los demás, descubrimos algo mucho más importante que la felicidad momento a momento: un sentido de significado y propósito.
En general, en la actualidad, la presión social para sentirse feliz y además transmitir esa felicidad en redes sociales ha incrementado considerablemente.
La psiquiatra Samantha Boardman comparte que se ha encontrado con pacientes que se encuentran preocupados por lo que les sucede y por esta razón dicen no estar felices la mayor parte del tiempo.
Por lo que la recomendación de la doctora Boardman es que debemos centrarnos menos en perseguir la felicidad y más en la búsqueda de la bondad, si lo hacemos así, lo demás llegara solito.
Eleanor Roosevelt lo dijo mejor: «La felicidad no es un objetivo, es un subproducto».