Desde que la actriz hizo público que se haría una mastectomí a para prevenir este mal, desató una serie de sorprendentes reflexiones que al cabo de los meses han enriquecido la perspectiva en torno a esta enfermedad. Desde entonces nos dimos a la tarea de revisar las nuevas variaciones sobre el tema.
El 14 de mayo, en una carta que llevaba como título My Medical Choice, publicada por el New York Times, una de las actrices más atractivas y la mejor pagada del planeta reveló que se había sometido a una doble mastectomía. Angelina Jolie explicó que era portadora de un gen que la colocaba frente a 87 por ciento de posibilidades de sufrir cáncer de pecho y a 50 por ciento de ovárico. A modo de prevención, ?había comenzado? por extirparse ambos senos.
La noticia nos sumió en el asombro. Es difícil entender que una mujer decida amputarse los pechos como medida preventiva y, además, que lo confiese. Resulta aún más inquietante Las verdaderas lecciones tras el ?efecto Angelina? cuando la protagonista es una celebridad reconocida por su enorme atractivo físico y sex appeal. Pero, a final de cuentas, la vida siempre nos muestra que no es posible tenerlo todo y esta reflexión, junto con la inmediatez del día a día, pudo haber confinado el impacto mediático de la nota a una semana a lo sumo. Sin embargo, y con mucho, pasó de eso.
Aunque la estrella manifestó que había decidido revelar sus circunstancias para animar a otras mujeres a actuar por su salud, fueron las entrelíneas del caso las que desataron una oleada de duras controversias, verdades amargas y asombrosos cuestionamientos que en este mes adquieren una relevancia especial. La situación en la que nos hallamos las mujeres respecto del cáncer de seno es, según la periodista y activista estadounidense Peggy Orenstein:
?Algo indignante frente a lo que tendríamos que estar protestando coléricamente?. Las verdaderas lecciones tras la decisión de Angelina apenas empiezan a salir a la luz.
Claroscuros
Su fotografía de perfil mirando con serenidad hacia el frente, matizada en gris y titulada The Angelina Effect, no sólo ha sido una de las portadas más poderosas que ha tenido la revista Time últimamente, sino que evidenció el enorme impacto mediático de la revelación.
Nos enteramos de que, a pesar de Brad, sus hijos, el éxito, los millones y sus labores humanitarias, Angelina no la había pasado muy bien. Su madre, tía y abuela fueron víctimas de cáncer de seno y ovarios; ella vivía con la sombra de la predisposición familiar sobre su cabeza y sus hijos le preguntaban si algún día también la perderían.
Los antecedentes familiares la llevaron a realizarse una prueba genética que reveló que era portadora del gen BRCA1, lo que le daba altas posibilidades de llegar a desarrollar cualquiera de dichos padecimientos. Esas probabilidades se incrementarían conforme pasara el tiempo.
Luego de reflexionarlo, se decidió por la más radical de las opciones. Aunque pudo optar por una vigilancia estricta de síntomas y revisiones periódicas, determinó realizarse una doble mastectomía. La operación salvaguardó sus pezones y conservó algunos ductos, pero removió casi la totalidad de tejido mamario y la incidencia se redujo a 5 por ciento. Finalmente, se le colocaron implantes con resultados ?verdaderamente hermosos?, según dijo ella misma y, cual buen final hollywoodense, ?al fin pudo recuperar la paz?.
¿Glamour y heroísmo?
Poco tiempo después se dejaría ver en algunos eventos y alfombras rojas luciendo vestidos escotados y posando en la plenitud de su belleza y sensualidad. Pero esas imágenes, combinadas con frases del tipo: ?El derecho a decidir?, ?Valiente y admirable? o ?Una elección audaz? comenzaron a causar cierta irritación. ?El cáncer está lejos de ser una sofisticada combinación de glamour y heroísmo. Mostrarse de esa forma lo hace parecer así?, dice Marichú Anzueto. Ella sufrió la amputación de un seno y hace trabajo voluntario en una asociación que a diario la pone en contacto con mujeres en circunstancias similares. ?Aunque debemos insistir en tener la mejor actitud para ampliar las expectativas de curación, la verdad es que en el fondo hay mucho miedo, incertidumbre y pesar?. En la realidad, el cuerpo pasa por un deterioro importante después de la operación y el desgaste emocional que conlleva. Es lo normal y manifestarlo, dejarse caer o expresar lo mal que se la está pasando alguien resulta muy válido. Pero hacerlo distinto de ?la valiente Angelina? y lucir un aspecto diametralmente opuesto está comenzando a ser una carga para quienes se sienten intimidadas por creer que no están a la altura. Increíblemente, esto también las hace parecer débiles y cobardes a los ojos de los demás, cosa que no es menor porque influye en el trato que reciben. Por eso, cuando la doctora de Jolie mencionó que no había pasado ni una semana de la operación y la había encontrado en casa trabajando y llena de energía, las voces indignadas de las mujeres que han atravesado por el duro proceso no tardaron en alzarse: ?¡La cosa para nada es así!?.
Cortar, quemar, envenenar
No hay que olvidar que Angelina tuvo las mejores circunstancias posibles, inalcanzables para la mayoría. Además, un cuidadoso manejo de imagen pública mostró sólo sus mejores momentos. Desde luego, no pretendemos descalificar lo mal que la debe haber pasado en la intimidad ni lo positivo de mostrar aspectos esperanzadores. Pero también hay que señalar que maquillar la realidad oculta la verdadera dimensión de las cosas.
Cuando se involucran la vida y la salud de miles de mujeres el tema es delicado.
Poner el énfasis en que luego de la cirugía su idílico amor con Brad se ha reforzado o que sus hijos ya pueden dormir tranquilos suena muy lindo, pero, honestamente, carece de importancia para una causa de la relevancia que nos ocupa. Concentrarse en este tipo de detalles trivializa las cosas, desvía la atención y desperdicia la oportunidad de que una celebridad de su talla, que además ha mostrado interés por causas humanitarias, ponga el dedo en la llaga porque, más allá de su desbordante plenitud, la actriz ha conocido de cerca el drama por el que atraviesa una mujer que se enfrenta al hecho de que sus senos sean los potenciales portadores de su muerte y, pese a toda esta aura de heroína de la pantalla grande, Angelina no tuvo más remedio que elegir entre una de las tres únicas opciones que seguimos teniendo desde hace años frente a la sombra del cáncer de mama: cortar, quemar o envenenar. Así de contundente, así de crudo y así de cruel. Ni siquiera la mujer que lo tiene todo lo pudo hacer diferente. Día con día, este tipo de cáncer parece ir cerrando el cerco, a pesar de cientos de campañas, mucha investigación y millonarias cantidades de dinero invertido. ¿Qué está pasado entonces?
Petición denegada
El asunto de Angelina fue la punta de la madeja que empezaron a hilar algunos activistas.
En el Natural News, Mike Adams, un periodista especializado en salud alternativa y nombrado como uno de los más influyentes en su ramo, escribió que era muy sospechoso que la noticia de la mastectomía coincidiera con la inminencia del fallo de la Suprema Corte de los Estados Unidos en relación a otorgar a laboratorios privados la patente sobre fragmentos de genes humanos.
En caso de que la respuesta fuera positiva, el corporativo Myriad Genetics, que había aislado el gen BRCA1 y había tratado el caso de la actriz, sería beneficiado con billones de dólares y sentaría un precedente que permitiría a particulares ser propietarios del genoma humano. Aunque por fortuna el fallo fue negativo, se especuló acerca de que las verdaderas intenciones de Angelina obedecían a una campaña de relaciones públicas instrumentada para colocar mediáticamente el tema de una manera positiva y así influir a la Suprema Corte. Si la petición era denegada, tal como sucedió, el laboratorio de todas formas saldría ganando. La imagen de la estrella contribuyó a que sus acciones se elevaran como la espuma y el número de mujeres solicitando un examen, que sólo en un contado número de casos se justifica, se disparó. Así fue como el tema del lucro desmedido con el cáncer de mama sacó por primera vez sus dientes y se empezaron a discutir puntos que nunca antes se habían abordado tan abiertamente.
De lazos rosas
La campaña del listón rosa es una iniciativa de una nobleza y eficacia innegables. En torno a ella y unidos en una causa en común, muchas empresas, gobiernos e individuos a nivel mundial han ido con todo mostrando un encomiable afán altruista.
Usar el simbólico lacito rosado, como una manera de concientizar y sensibilizar a la población en general en torno al cáncer de seno, inició en 1992. A Alexandra Penney, entonces editora de una revista de salud femenina llamada Self, y Evelyn Lauder, subdirectora de la firma cosmética Estée Lauder, se les ocurrió llevar a cabo una distribución masiva del símbolo. La idea fructificó al grado de que hoy constituye un poderosísimo mensaje de solidaridad y acción.
Pero a la ética y buenas intenciones de las empresas que han demostrado compromiso y preocupación se contraponen quienes no lo ven con el mismo espíritu. En un artículo publicado en Los Angeles Times, Peggy Orenstein cuenta que la primera vez que el uso arribista de los lazos rosados la hizo poner roja de rabia fue hace un par de años. ?Me detuve cerca de un cartel en una gasolinera. Astutamente colocado junto a una bomba, llevaba el lacito rosa y decía: ?Sé una fuerza conductora contra el cáncer de mama??.
Nada que ver. Evidentemente, no faltan los que abusan y empañan los esfuerzos de los demás. En Pink Ribbons Inc., el documental de Lea Pool basado en el libro de Samantha King, se toca el tema. La demanda es no permitir que el trabajo de quienes hacen una gran labor y verdaderamente sacrifican ganancias en pro de la causa se afecte por intereses mezquinos.
ANGELINA NO TUVO MÁS REMEDIO QUE ELEGIR ENTRE UNA DE LAS TRES OPCIONES […]: CORTAR, QUEMAR O ENVENENAR.