Tras ?Sex & The City? quedó claro que los cuatro grandes amores de Carrie Bradshaw fueron Mr. Big, sus amigas, Nueva York y los ‘stilettos’.
Fue en 1978 que se dio a conocer ante la sociedad neoyorquina una colección especial de los primeros Manolo Blahnik que llegaron a Estados Unidos, aterrizando directamente en los grandes almacenes Bloomingdale’s; un epicentro del calzado, como una meca para devotos del zapato.
A finales de los 90 empezó a merodear por allí una joven de melena rubia y alborotada, extasiada delante de los escaparates: Carrie Bradshaw. Llevada a la televisión por la cadena HBO, Carrie es la protagonista de la adaptación del libro de Candance Bushnell.
Cierto es que tras el éxito planetario de la serie, la autora ha aducido que su personaje no gastaba tanto en zapatos como en fiestas, pero la televisión puede ser un emplazamiento publicitario de excepción. Y nunca antes como en Sex & The City, una marca había sido mentada con tanto regocijo y alegría. Entre todas las que se citan, el nombre de Manolo Blahnik fue el rey. Su nombre llegó a ser en ocasiones parte de la trama. Atracada en plena calle, a Carrie le piden dinero y el par de zapatos. O loca de deseo en el almacén de Vogue, Carrie no da crédito al sujetar un par de Camparis (las Mary Janes negras, para los adictos a la serie) en sus manos. Ya un hecho de dominio público, la pasión de Carrie Bradshaw por las creaciones de Manolo Blahnik llegó a protagonizar un capítulo: El derecho de una mujer a elegir su calzado.
¿Siempre te has preguntado en qué momento Carrie Bradshaw se enamoró de sus ‘manolos’? Hoy te lo revelamos. En un capítulo de la serie, Carrie acude a una fiesta en la que los anfitriones piden a los invitados descalzarse. A la salida, los zapatos ?en este caso unos Sedaraby d’Orsay en plata? han desaparecido. Tras un tira y afloja con los dueños de la casa, varias reflexiones sobre su modus vivendi y un par de manzanas de paseo despachando verborrea, Carrie decide dar un paso al frente y levantar la apuesta: quiere sus zapatos de vuelta. En el último capítulo y como despedida, Carrie recibe la llamada de Mr. Big diciendo que vuelve a Nueva York. Ella ríe, feli., colgando de su mano, una bolsa de Manolo Blahnik.
La serie terminó en 2004, en su punto de audiencia más alto. Y sea por eso, o porque el público seguía ansiando más aventuras de Carrie y Mr. Big, la película no se hizo esperar. Un editorial de moda convertido en largometraje por obra y gracia de Patricia Field, la también directora de vestuario en la serie. Más de cuarenta cambios de look entre desengaños amorosos para deleite de los espectadores. Y como guindas, los zapatos.
Pero cuando se pensaba que ya no podía caber más, se obró el milagro. Justo en el límite, justo el par de zapatos precisos y una declaración de amor capaz de borrar todo lo sucedido. Los Hangisi de Manolo Blahnik en color azul fueron lo que hasta la fecha un anillo de diamantes. Pero además, con ellos remató la faena el día de la boda. También fueron su "algo azul". Algo, que de haber sido un príncipe para ella, se hubiera llamado Manolo Blahnik.
Fuente: Harper’s Bazaar