El segundo tratamiento.
Segunda quimio… Me había imaginado que sería más fácil que la primera, pero no, me equivoqué.
En la primera no sabía qué me esperaba. En esta segunda pensé que sabía y eso fue precisamente lo que me daba miedo, el creer que ya sabía lo que venía después y eso hizo la anticipación más difícil.
A propósito de esto, de la anticipación de lo que va a pasar y del vivir en lo que ya pasó, hace un par de días, viendo televisión, me topé con un programa en donde estaban entrevistando a Jon Zabat-Zinn, uno de los propulsores de mindfulness. Básicamente, el vivir cada momento en ese momento, no el pasado, no el futuro, el estar conscientes de cada momento y de que no somos nuestros pensamientos sino la consciencia de nuestros pensamientos.
En ese momento, viendo a esta persona, realmente me cayó el veinte: cada momento es único e irremplazable y el hecho de que la primera quimio haya sido muy desafiante, no quiere necesariamente decir que ni la segunda, tercera o las demás que vienen van a ser así, cada una es única porque el momento en que las recibo es único y eso las hace diferentes una de otra. ¡Wow! Ahora a recordar eso y quitarme el miedo y los nervios. ¿Fácil? No.
Qué admirables y valientes todas esas personas que luchan por años contra esto, que se someten a incontables quimios y lo hacen con una enorme fortaleza y una sonrisa, aún sabiendo y viviendo los efectos de cada tratamiento.
Como todo, la quimio tiene sus pros y sus contras, pero en mi caso, a pesar de todo, fue una decisión muy investigada y analizada, y para mí, la correcta. Así que con nervios y todo, llegue a la clínica a mi cita, ya sin tanto papeleo y en menos de lo que me di cuenta, empezaron a pasarme el medicamente previo.
Ya les contaré la próxima semana cómo me fue.
Les mando un beso.
Ale.
#LaBatallaDeAle
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Crédito de fotos: Alejandra García