#LaBatallaDeAle: Mis aventuras sonorenses
¡Hola! ¿Les he comentado que disfruto muchísimo releer los blogs después de publicados? Pues sí, es como revivir todos esos momentos. Sólo que al releer el blog anterior, observé que les compartí toda la parte profesional, de retos, de hacer lo que amo hacer, pero dejé fuera las cosas chistosas, momentos divertidos, un dibujo que me derritió el corazón… y eso es lo que les platicaré hoy: ¡mis aventuras sonorenses!
Fíjense que casi toda mi vida en cocina estuve acostumbrada a no utilizar una gota de maquillaje, pero ahora con la cabeza rapada, casi sin cejas y cero pestañas, pues la verdad tengo que confesarles que me doy mi ayudadita (no me gusta verme "enferma"). Así que cuando se requería una entrevista para promoción del restaurante, lo primero que pedí fue que maquillaran.
¡Quienes me conocen de siempre creo que aún no se la creen! Así que quedé fascinada el día de la entrevista, pues me maquilló un profesional que además me dio una clase express de cómo ponerme yo misma pestañas postizas, que por cierto, ¡no es nada fácil!
Así que tuve que ir a una de esas tiendas mayoristas de artículos de belleza -porque necesito intentar como con dos o tres pares de pestañas hasta que logro que me queden más o menos decentes- y había que comprarlas por docenas para poder practicar. Vi que había pelucas, y en honor a mi mamá (que desde antes de que se me cayera el cabello ya estaba buscándome pelucas que me negué rotundamente a ni siquiera probarme), me probé una y le envié la foto. Creo que duré con ella puesta sólo el tiempo en el que me tomaron la foto para mandársela y comprobé en esos segundos de llevarla puesta, que mi decisión fue la correcta para mí. ¡Que incomodidad! Pero ahí esta la foto de evidencia:
Después de la entrevista me dejaron tiempo libre, y yo, maquillada como artista y con el restaurante que estaba hermoso y con unos muebles espectaculares seguí posando como modelo mientras me tomaban más fotos, y muerta de risa, disfruté de las carcajadas de los cocineros y meseros viéndome.
Al día siguiente llegué al restaurante y uno de los meseros me pidió dos minutos para platicar conmigo. Yo me imaginé que me querría preguntar algo del menú, ya que el día anterior había tenido una junta con ellos para explicarles cada platillo y fue una reunión larga. Gran sorpresa me llevé cuando me dio una hoja gruesa doblada y con un listón rosa. Al abrirlo, me encontré con una ilustración mía. ¡Divina! Me dijo que le gustaba mucho dibujar y que la noche anterior había hecho la ilustración de memoria. ¡Me derretí! Ha sido uno de los detalles más hermosos que he recibido y esa ilustración está ya enmarcada y en un lugar especial en mi casa.
Otro de mis días favoritos fue ir al centro de Hermosillo, especialmente a una tienda divina dentro de los edificios del municipio. Ahí venden todo tipo de artículos hechos por los diferentes grupos étnicos del estado. ¡Qué cosas tan maravillosas! Fui al Mercado Municipal, vi el Cerro de la Campana, el monumento a Colosio (que está un poquito descuidado, pero bueno) fue un rato de sentirme turista en medio de días de trabajo muy intenso.
Les cuenta que otra de las cosas que me encantan de mi trabajo es la estilización de platillos para fotografía, y tuve la oportunidad de estilizar los míos para las fotos de publicidad; otra área súper diferente a cocinar. Les voy a decir un secreto (pero no lo repitan): los platillos que ven en fotos son hechos justo para fotografiarse, y regularmente no para comerse. Hay trucos tan sencillos como por ejemplo imitar una bola de nieve de vainilla con puré de papa. ¡Es todo un arte!
Así que mucho trabajo pero muchísimos momentos de disfrutar también. Creo que ya incluso empecé a amar el calor de Hermosillo, porque a su gente, ¡desde mi primera visita!
Seguimos platicando. ¡Nos leemos el próximo jueves!
Ale