Ale nos cuenta que su situación médica ha sido una bendición porque le obligó a ver y valorar la vida de una forma nueva y diferente.
¡Hola! ¿Cómo están? ¡Yo feliz! Me encanta viajar y amo lo que hago, pero siempre regresar a casa es especial. Así que en Tijuana de vuelta y con miles de cosas en esta semana.
A pesar de que trabajar en cocina es fascinante, mágico, hermoso y todos los adjetivos calificativos positivos que se me puedan ocurrir, también es cierto que es algo que se caracteriza por jornadas de largas horas y es un trabajo demandante física y emocionalmente. Por ello, lo normal para nosotros es que cuando el resto de las personas festejan, nosotros estamos trabajando.
Esto me sucedió la semana pasada, y aunque me he perdido de incontables festejos familiares, éste me pesó mucho más que cualquier otro: durante mi última semana en Hermosillo, mis papás cumplieron 50 años de casados.
No quisieron hacer fiesta ni nada grande, y esperaron a que yo regresara para irnos a cenar todas las hijas y nietas con ellos y les dimos un súper regalo. Así que una semana después festejamos con mis papás la bendición de tenerlos a ambos con nosotros. El domingo siguiente, después de un evento muy grande (que ya les contaré, porque toda la experiencia amerita por lo menos una página) les regalamos una sesión de fotos en familia que nos tomaron en Rosarito. Hermoso. Nos las tomó un amigo fotógrafo y fue una magnífica experiencia.
Al día siguiente de este festejo, nos avisaron que había fallecido el esposo de una de mis primas, dejándola a ella y a dos sobrinas al no sobrevivir un infarto. Aunque tengo clarísimo que la vida nadie la tiene asegurada y que ésta puede cambiar en menos de un segundo, fue un golpe fuerte de recibir y digerir. ¡Qué difícil es perder la presencia física de alguien a quien quieres! A la siguiente semana, un infarto también se llevó repentinamente al papá de uno de mis hijos culinarios?. Otro hombre bueno, buen esposo para Lupita, excelente padre para todos sus hijos. Por eso es tan importante que vivamos la vida con amor, con bondad, con conciencia, con felicidad. Momento a momento. La vida puede cambiar de repente. ¡Créanme!
En mi caso, mi situación médica, a pesar de todo lo que puedan pensar, ha sido una bendición porque verdaderamente me obligó -después del shock- a ver, apreciar y valorar la vida y todo lo que tiene de una forma nueva y diferente. En estos meses, entre mastectomía, hospitalizaciones, quimios y demás, he hecho también cosas maravillosas que nunca soñé que podría hacer, ¡una de ellas es compartir con cada uno de ustedes cada semana! No tienen idea lo que me llena sentarme a escribir, revivir cada momento y recibir cada uno de sus comentarios. Saber con certeza que no camino sola, que hay muchas personas que caminan el mismo camino y que nos acompañan.
He aprendido también a ser agradecida, a ver la vida, a las personas y las cosas de otra manera. A veces nos desgastamos tanto por algo que no tiene importancia. ¿Para qué? No ha sido un camino fácil, pero el ser agradecida, para mí es agradecer absolutamente todo, lo bueno y lo malo, porque a final de cuentas, todo es una oportunidad de aprender. Como bien dicen, lo que nos pasa, las personas que conocemos están ahí por una razón: como bendición o como lección. ¡Y así es!
Permítanme compartirles esta experiencia: estaba saliendo de comer de un lugar, subiéndome al coche, cuando se acercó una jovencita (que no conozco) y me preguntó si yo era Ale. Le contesté que sí, y con mucha emoción me dijo: "te reconocí desde hace ratito y me dio pena molestarte, pero pensé es ahora o nunca y sólo quise venir a decirte que leo tu blog cada semana y me gusta mucho lo que escribes, eres una inspiración para mí y muchas personas. ¡Es un honor conocerte en persona!" Me dio un abrazo y se fue. Me dejó con un infinito sentimiento de gratitud y de felicidad. De saber que compartir algo que se podría ver como malo en mi vida en realidad no lo es. Ha sido una gran oportunidad de crecer, de aprender, de compartir, de apreciar, de amar y de adquirir otra visión. Y sí, de fortalecerme también.
¡Que filosófica estoy hoy! (Me acerco a la última quimio, así que se vale). Hay días en que así son y hoy es uno de esos, en donde me siento como osito de peluche, amada y apapachada por todos. Eso es mágico y también se comparte, ¿no creen?
Nos leemos muy pronto. ¡Un abrazo fuerte, fuerte!
Ale
#LaBatallaDeAle
Crédito de fotos: Cortesía de Alejandra García