#LaBatallaDeAle: VIVIR A TRAVÉS DE LAS LETRAS
Creo que nunca me voy a terminar de acostumbrar a lo mucho que disfruto los primeros días después de una quimio, en que regreso a mi normalidad. Qué forma tan dura, por una parte, pero tan hermosa por otra, de que no te quede otro remedio que ser consciente de lo maravilloso que es la vida del día a día. Ya sé, lo menciono muchísimo pero de verdad no saben la felicidad que siento desde la punta de los pies hasta mi cabeza cuando se me pasa ese cansancio, las náuseas, la falta de apetito y dormir sin darme cuenta de nada. Sentir que no puedo ni levantar un dedo de la cama. Y de eso, pasar a unos días donde puedo salir, arreglarme, tener mis juntas con clientes, con el contador, ir de compras, preparar la logística de los eventos, ir a servirlos, ver las sonrisas y recibir el agradecimiento de un cliente contento. ¡Nada se compara con eso!
En estos días traigo la agenda llena de más, y ya llegará el momento en que les platique cómo pagué esa factura en particular en la siguiente quimio, pero aún falta para llegar a eso.
¿Alguna vez les he platicado que además de cocinar, me encanta comer? Pues si llego a tener dudas de si estoy en el camino correcto, mi amor por ambas partes de la cocina me lo confirma todo el tiempo. Así que de todo el entrenamiento que a lo largo de los años ha tenido mi paladar, y en general en la cocina, empezamos un proyecto que me encantó. Revisiones periódicas del menú de uno de las restaurantes que asesoré para su apertura: voy, pido una selección, pruebo y califico, elaboro el reporte, observaciones y listo. A la siguiente visita se evalúan las mejoras. Este lugar en particular es de crepas, así que ya se imaginarán el "sufrimiento" y mi pretexto de comer cosas no tan adecuadas porque es mi trabajo probar.
La verdad es que sí es trabajo y lleva un orden y una justificación, pero no puedo más que disfrutarlo.
Esa semana me quedé sin familia, porque mis papás y dos de mis hermanas -una con su hija-, se fueron de vacaciones. Así que me quedé con una de mis sobrinas. Se supone que para cuidarla, pero al final ella tuvo que cuidarme porque fue la semana de la quimio. La verdad es que no me acuerdo mucho de esos días, pero lo que sí sé es que entre mi sobrina y mis amigas hubo alguien siempre conmigo, las 24 horas, todos los días.
Ya que me sentí bien y al día siguiente de las pruebas de crepas, ya había regresado una de mis hermanas y dos más de mis sobrinas y las invité a desayunar. Tenía mucho que no salíamos solo nosotras, y creo que lo vamos a tener que repetir más seguido, porque la compañía, la plática, las ocurrencias y todo me mantuvieron muerta de risa y feliz de tener esos momentos con ellas. Así que ese domingo fue de familia, tranquilo, divertido, de platicar y ponerme al corriente de todas las situaciones que pasan las adolescentes hoy.
Como el consenso fue que el día era de nosotras, no me dejaron tomarles fotos para compartirlas, así que la única de ese día es en la que salgo con mi café descafeinado.
Nos quedan pendientes y muchas pláticas, muchas experiencias, muchos momentos que poco a poco iremos viviendo juntos. Porque de eso se trata esto, de compartir y vivir todo este proceso a través de las letras.
Y con eso, me despido.
¡Abrazo!
Ale
#LaBatallaDeAle