Ale nos cuenta cómo fue la noche previa a la gran apertura del restaurante en el que ha estado trabajando.
¡Hola! ¿Cómo están? Espero que súper.
Fíjense que estaba pensando cómo poder describirles todo este proyecto en el que he trabajado tantos meses y que tiene una parte de mi corazón ahí, además de mi menú, y comparárselos con algo real y llegué a esta conclusión: abrir un restaurante es como un embarazo y un parto. Todo el embarazo es un proceso de cuidar a ese bebé que se está gestando, disfrutarlo, alimentarlo, la mamá que pasa por náuseas y mareos, antojos, no puede dormir, ya quiere que nazca el bebé pero también disfruta todo el periodo de embarazo. Lo ve en el tamaño de su panza de embarazada y siente cómo va creciendo dentro de ella, tiene los sentimientos a flor de piel, adquirir todo lo que necesita para que su bebé esté bien, su recámara, la cuna, la ropita, pañales a montones… Bueno, eso me han dicho de los embarazos, porque aclaro que nunca he estado embarazada pero todas mis hermanas, muchas de mis amigas e infinidad de conocidas, sí.
Así que vamos a decir que las cenas de prueba de Xunuta que les comentaba en blogs anteriores fueron como el inicio de los dolores de parto, y éste, que será mi último viaje a Hermosillo en un tiempo, fue ya para el nacimiento.
Llegué el día anterior a la apertura al público, porque se planeó hacer una cena privada, ya con toda la carta abierta, pero por invitación para tener un poquito de margen de planeación y estrategia en servicio y en la cocina, permitir que terminaran de salir detalles con clientes de confianza de los dueños, pulirlos y abrir las puertas al público el día siguiente.
¿Qué les puedo platicar? Ese día salí a mediodía a acompañar al de compras que no nos conseguía algo que requeríamos. Asumí que sería cuando mucho media hora y me salí del restaurante sin agua, sin bloqueador, sin lentes y sin bolsa. Y terminó siendo toda una expedición hasta el centro de Hermosillo al Mercado Municipal. Yo cada minuto que pasaba con ese calor, me sentía más mal y más tonta por no haber previsto esto. Compré agua y hasta que regresamos al restaurante un par de horas después, yo medio deshidratada y el de compras, como sin nada. No pasó a mayores, me tomé mis sueros ya en el restaurante con aire acondicionado, recibí un par de sermones -muy merecidos, lo reconozco- y como nueva.
Los invitados estaban citados a partir de las 7 de la noche, llegaban, los sentaban en sus mesas y normal, como si ya estuviéramos abiertos, se les pedía su orden, se les servían sus bebidas, sus alimentos y quien los había invitado, alguno de mis clientes o los dueños, se sentaba unos minutos con ellos para escuchar las observaciones.
Con el lugar lleno, nos empezamos a preguntar todos sobre una mesa donde estaba una pareja sentada y nadie identificaba como invitado suyo. Esta pareja vio que el lugar estaba ya con personas adentro, asumió que ya estaba abierto, entró y se sentó en una mesa, se les atendió y hasta después nos dimos cuenta que sin querer, tuvimos a los primeros clientes reales. ¡No saben qué divertido! Nos dio mucha risa, los dueños fueron a saludarlos, yo salí a platicar con ellos, nos tomamos una foto y lo mejor de todo: ¡les encantó! Así que queda de anécdota para Xunuta: la historia de sus primeros clientes.
¡Qué noche! El lugar no es mío pero disfruté tanto todo esto como si lo fuera, me encariño tanto con mis proyectos de asesoría también porque es tenerlos en la mente conmigo todo el tiempo; hubo ocasiones que sólo me regresaba a Tijuana para recibir mi quimioterapia y a Hermosillo de nuevo a seguir con este proyecto.
Definitivamente el tener la mente ocupada ha sido una bendición con mi situación médica y sobre todo tener clientes que te apoyen en todo momento con ello, que además te cuiden y se preocupen.
En la barra del restaurante ya tenía de cajón mi surtido de sueros, limón amarillo y sustituto de azúcar, y era así como: ?Bartender, ¿me preparas un cóctel por favor?" Y obvio que era mi suero con limón. Me dan risa mis cócteles y aventuras, pero la verdad es que todas estas atenciones no tienen precio y les estoy sumamente agradecida.
Y yo queriendo llegar ya por fin a platicarles de nuestro primer día oficialmente abiertos pero se me termina el espacio. ¿Qué les parece si lo dejamos para la siguiente vez?
Nos leemos muy pronto, un abrazo fuerte.
Ale
#LaBatallaDeAle