Por Rosy McMichael @rosymcmichael
Investigar sobre cómo puede salir una cirugía, va más allá de la ciencia médica, es conocer tu cuerpo, los límites de éste y el aguante que está dispuesto a soportar con nuevos cambios.
Soy esposa, mamá, influencer (con dos millones de seguidores en Instagram) y una de las miles de mujeres alrededor del mundo que ha sufrido Breast Implant Illness (enfermedad del implante mamario). Decidí contar mi historia –por medio de plataformas digitales-, usar mi voz en representación de aquellas que lo han vivido e informar más sobre este tema, de la manera que me hubiera gustado enterarme hace un año. En enero de 2019 me sometí a una mamoplastia, mejor conocida como aumento de busto, con implante, después de haber hecho –según yo– una investigación profunda sobre el tema y, con eso, tomar una decisión informada; consulté con el doctor de la familia, un oncólogo, me hice una mamografía, vi decenas de videos de compañeras influencers que se la habían realizado y platiqué con varias amigas que también pasaron por el mismo procedimiento y todo coincidía: una operación sencilla, una de las menos complicadas, pocos riesgos y bajos efectos secundarios.
El verdadero problema
Para finales de febrero, principios de marzo, empecé con acné quístico como no lo había tenido ¡ni en mi época de adolescencia! Mi cabello comenzó a caerse a montones y esto lo atribuí a los muchos productos de belleza que pruebo para hacer reseñas en YouTube. En mayo, los episodios neurológicos comenzaron: una fatiga como nunca antes, el sentirme en una nube que no me dejaba concentrarme, un incremento en mi graduación de lentes, la pérdida de habilidad para hablar elocuente y fluidamente, entre otros. Esto para mí fue por completo alarmante, y comentándolo con una de mis mejores amigas, Jackie Hernandez, me platicó acerca del BII, mismo que ella había descubierto recientemente. Encontré en Facebook cientos de grupos privados e ingresé a uno, Breast Implant Illness by Nicole con más de 100,000 miembros.
Cada historia, cada post, cada fotografía que veía era para mí algo que nunca había escuchado antes. Estas mujeres habían o estaban pasando lo mismo que yo. Muchas ya tenían mis síntomas y también con problemas de tiroides, autoinmunes, algunas hasta lupus y la enfermedad de Lyme. Asimismo, empecé a leer incontables testimonios de mujeres que, al remover los implantes y las cápsulas, mejoraron casi de inmediato. Sin estar muy convencida, y sintiendo que la ciencia médica no me podía fallar –después de todo había consultado tantos doctores y me había operado con uno de los mejores cirujanos del país–, decidí agendar con un especialista de mucha experiencia en el procedimiento de explantar.
La solución
Esto fue en junio y la fecha más próxima que podía atender era octubre. Sentí que era el tiempo perfecto para pensar, investigar y tomar una decisión informada. Durante estos meses, los síntomas no sólo empeoraron, sino que otros más se fueron agregando. Conecté con mujeres que habían pasado por lo mismo, tanto de mi vida personal, como del medio del entretenimiento, influencers, actrices, que por pena, por temor a exponerse vulnerables jamás habían expuesto sus casos.
Descubrí que la FDA, la agencia gubernamental en Estados Unidos, la cual había negado por años estos efectos adversos –por primera vez– recibió a mujeres en audiencia para escuchar sus casos de cómo fueron enfermando. Durante estos meses, la misma FDA, reconoció la BII como posible efecto secundario y la listó en su página; en tanto, justo ahora hay un gran debate donde se busca que los médicos expliquen a sus clientes sobre estos riesgos autoinmunes que se pudieran desarrollar al colocar implantes de silicón y que estos mismos efectos sean enumerados en la información entregada al paciente. Pero todo esto ocurrió después de mi operación, si esa información hubiera estado antes de mi intervención, estoy segura de que, definitivamente, no la hubiera llevado a cabo.
Al ya estar convencida de que los implantes me estaban causando todos estos problemas médicos, que ningún doctor podía explicar la causa, decidí removerlos el 4 de octubre con el Dr. David Rankin, en Jupiter, Florida. Es de gran importancia que todo este proceso sea realizado por un microcirujano experto, no sólo en remover el implante, sino la cápsula que también está contaminada con químicos cancerígenos y metales pesados.
Al despertar de la operación, mis ojos se veían más claros, mi piel con un color mucho más sano y el acné desapareció en el lapso de una semana. Mi cabello se dejó de caer de manera inmediata. Y a un par de meses, mis problemas neurológicos han mejorado en 80%.
La reflexión
Yo sé que mi voz puede llegar a mucha gente, a millones. Y el término de “influencer” es uno que me queda muy grande. Jamás quiero ser influencia en la vida de nadie, porque mi vida propia no es perfecta. Pero para todas aquellas chicas, mujeres, que lean este artículo, que hayan visto mi video o mi post en Instagram: investiguen un poco más allá de la ciencia médica.
No soy nadie para decirle a alguien que no se opere. Sé de muchas mujeres que buscan reconstrucción después de un cáncer, o chicos que anhelan su verdadera identidad como mujeres trans, y otras simplemente que desean verse con más curvas, como fue mi caso. Sólo quiero que mi historia, sumada a la de miles de otras mujeres, sea escuchada, para personas que estén buscando información y así sean capaces de tomar la decisión de someterse a un aumento de senos, tengan estos riesgos en mente. No estoy en contra de las cirugías plásticas, yo misma tengo otros procedimientos estéticos. Pero jamás podré estar en favor de algo que potencialmente afecte tu calidad de vida. Estoy feliz con la vida por permitirme perdonarme, me culpé por mucho tiempo y llegué a sentir que lo merecía, y porque estos síntomas no llegaron en ocho o 12 años como en otras mujeres, de no confundirlo por años, con cosas de la edad, cansancio o menopausia. También me siento agradecida por mi familia que fue mi soporte y apoyo durante meses y a esas millones de personas alrededor del mundo que me siguen y que me han brindado su cariño.
“Jamás podré estar a favor de algo que potencialmente afecte tu calidad de vida.”